Cuando dependa del
aire
volarán por mi
lengua los noes
y los sies más
audaces.
Pero aún soy de
tierra
y clavo mi pupila
en la tuya
y te desnudo,
juego a
desterrarte,
escriboelversomáslargoyestúpidodeestemundo,
llamo a tu puerta y
me desoyes,
porque tu sordera
alcanza
menos distancia que la mía.
Me falta barro con
que cubrir mis costillas
y aún huelo la
humedad de tu carne
por debajo de esa
camisa.
Eres débil,
no juegues a
sembrar palabras
sobre la salvación
del mundo,
aprendamos juntos a
salvar pequeñas cosas.
Cuídate de mí,
que yo me cuido de
ti
todo lo que puedo.
Nená de la Torriente
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