Un
instante y la melodía fugaz
arbitra
la tensión de tus ojos.
La
teja caída en el portón
ha
impedido el beso y me ha roto un ala.
Ahora
coja, el recorrido de tus labios
se
hace más l a r g o
cuando me muevo
y
conquisto un poco más de ti.
El
beso es la antorcha
que
recorre caminos
a
lo largo de tu cuerpo,
sorprendente
siempre para mis ojos,
ardiente
siempre para mi raíz.
Me
prendo como una tea
a
un soplo-roce de ti,
a
un roce-aroma,
atándome
a tu simiente.
No
eres mío,
sólo
eres inevitable.
Nená
de la Torriente
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