martes, 5 de junio de 2012


Ya no llora el sauce 
y el junco enteco se quiebra. 
No nacieron margaritas, 
¡amapolas,  amapolas nuevas! 
No vuelvas amor,  no vuelvas  nunca. 

El río en su ciénaga, trajo larvas 
con alas,  criaturas extrañas 
de cabezas irisadas;  fui besándolas 
a todas,  no entender su belleza 
no me hizo no amarlas. 

Ellas estuvieron allí 
cuando tú te marchabas, 
ellas recogieron mis lágrimas 
con sus alas;  apoyaron sus cabezas 
en mis hombros 
para que no saltara. 

Ya no huele a limón 
ni a barca con remo de sabina, 
no miran mis ojos a la luna 
¡pero el horizonte tiene mil líneas! 
No vuelvas amor,  no vuelvas nunca. 





Nená de la Torriente

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