Ya
no llora el sauce
y
el junco enteco se quiebra.
No
nacieron margaritas,
¡amapolas, amapolas nuevas!
No
vuelvas amor, no vuelvas nunca.
El
río en su ciénaga, trajo larvas
con
alas, criaturas extrañas
de
cabezas irisadas; fui besándolas
a
todas, no entender su belleza
no
me hizo no amarlas.
Ellas
estuvieron allí
cuando
tú te marchabas,
ellas
recogieron mis lágrimas
con
sus alas; apoyaron sus cabezas
en
mis hombros
para
que no saltara.
Ya
no huele a limón
ni
a barca con remo de sabina,
no
miran mis ojos a la luna
¡pero
el horizonte tiene mil líneas!
No
vuelvas amor, no vuelvas nunca.
Nená de la Torriente
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Háblame