sábado, 2 de junio de 2012

-No duele la sinceridad-


No puedo negar que golpeo 
una cicatriz que no es la vuestra, 
ni la tuya,  ni la del hombre que pasa 
pegado a su periódico, como  un hambriento 
en busca de esperanza. 
No puedo negar que cada herida, 
no tiene un número,  no son todas un siete 
descolgado,  ni un hueco que pueda recomponerse. 
Nos parecemos tanto, 
que a veces creemos vernos en el de al lado 
y le decimos eso se pasa,  confiados ciegamente 
en que se pasa, 
pero no sabemos nada. 
Somos imposibles telas de araña, 
cada una única, 
entramados túneles que dan a la tierra, 
y túneles fabricados de aire, 
curiosamente,  los más difíciles de penetrar. 
Hablar de tus cosas no es liberarlas, 
es hablar de tus cosas, 
y no es grosera la atención que las concedes. 
Me gusta escuchar las cosas que me cuentan, 
quizá por eso me gusta contar las mías. 
Contamos esto,  aquello,  una lágrima, 
alguna pregunta,  un instante de angustia, 
un deseo,  un momento de pasión. 
Si te preguntan ¿duele la sinceridad? 
Diles que no duele,  porque la sinceridad 
no ha empezado todavía. 




Nená de la Torriente

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