Ceniciento, te dejaste
una
alpargata en el camino,
¿vas
a hacer que recorra
miles
de kilómetros
en
tu busca,
hasta
destrozar mis sandalias?
Anda
descansa de noche,
párate
en los riachuelos,
escribe
versos a las flores marchitas,
las
otras son amadas por el viento.
Aléjate
de los cruces,
de
las tabernas, de otras damas,
de
otras reinas,
si
no, imposible me sería hallarte,
la
huella de un pie
en
el polvo de otros zapatos,
se
desvanece fácilmente.
Ceniciento,
voy a encontrarte,
llevo tu alpargata
y
el empeño fiero
de
un incondicional corazón.
Nená de la Torriente
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