Si
te sientes con fuerzas
no
me dejes llorar,
no
creas que es un ejercicio vano.
Yo
quiero de ti al niño que hacía
pompas
con el chicle.
Porque
como yo,
hay
cientos de niños perdidos
en
un laberinto de gigantes
que
no entienden la voz del circunspecto,
y
si la escuchan la vomitan por dentro
como
algo tan demencial
como
necio,
nacido
para envilecerse.
Si
te sientes con fuerzas
no
me dejes llorar
y
toma mis manos y devuélveme
a
mis certezas, a mi tiza, a mi pizarra,
a
mi cuaderno de palabras que no domino.
Nená de la Torriente