viernes, 30 de noviembre de 2012


Constante o inconstante conozco 
la voz de la laguna, 
templada o fría, 
cuando silba en primavera 
o solloza en otoño. 






Sé lo que pide y cómo lo pide 
porque las aguas reconocemos 
un cierto lenguaje con jurisdicciones 
comunes. 
Hay mujeres y hombres de tierra 
que no entienden lo húmedo, 
porque el fluido se escapa en variaciones 
complejas 
-eso piensan,  y se equivocan-. 
El agua ocupa la mayor parte del mundo 
y fluye como fluye la vida, 
a ritmos,  como el tiempo, 
como marcan los besos, 
la caricia, 
como baila el niño la peonza 
o el pecho se estremece 
con el abrazo. 
No hay nada más hermoso 
que contemplar el río y su cadencia 
fuera y dentro,  siempre inquieto, 
ni nada hay más sencillo. 



Nená de la Torriente