viernes, 7 de junio de 2013



Dame algo 
que no cargue palabras densas, 
ni exceso de ambigüedad 
o de retorcidas maneras. 
Dame en muy poco 
una verdad que no esté fría, 
que no haya aprendido en algún libro 
de escuela antigua,  con bocadillo 
envuelto en papel de estraza. 
No me des pluma de sombrero, 
ni genuflexiones la rodilla 
como galán de hace siglos, 
ni me muestres guantes 
por no enseñarme tus uñas sucias. 
Dame agua de manantial sereno, 
de caño de fuente 
¡o de grifo! 
Pero muéstrame tu claridad primera, 
tu palma abierta y extendida, 
la humanidad que cabe en unas letras 
para que pueda calmar mi sed. 




Nená de la Torriente