No
sé llegarte
como
se acercan de burbuja a burbuja las olas,
ni
en silencio sutil al mimo los gatos.
En
este ir y venir de los años
-porque
vuelven más que caminan-
he
dejado huellas de dígitos en muros desconocidos
y
marcas de pies en los techos.
Y
cuando hablar no se podía, he cantado,
sin
poder darme un motivo ni querer dármelo.
¿De
qué modo se acerca uno al otro lado del río
si
nunca se ha hecho preguntas y hoy aparecen
como
las aguas?
Intento
borrar el signo, me doy la media vuelta,
hago
el pino, pero nada funciona.
Creo
que siempre tuve una aleta y la he perdido.
La
mente ha querido partida y ha jugado sus cartas
atrapándome
en este extravío ciego y húmedo.
Perdona
si hoy aguardo tu baliza en esta niebla.
Nená de la Torriente