No
hago otra cosa
que
confesar soledades,
hasta
cuando pinto de soles
mi
boca.
Me
lanzaría a los ríos
pero
no tengo aletas, y mis escamas
apenas
darían que hablar en el fondo
del
agua.
Extendería
los brazos y saltaría desde
la
copa de un robusto ciprés,
pero
ese pulso con el aire sé bien
que
estaría perdido.
Me
arrastraría por el suelo como
una
serpiente,
pero
sólo desollaría mi piel hasta llegar
al
hueso.
Al
fin y al cabo sólo me queda intentar ser
lo
que parezco, un bípedo cuerdo,
corriente, con sentido común y juicio,
pero
siempre me pierde la perspectiva,
sueño
demasiado.
Nená de la Torriente