lunes, 17 de junio de 2013

Ten, dijo la fresa,  
mi carnosa promesa,  y 
déjame el ramaje con que vine vestida. 
Invade mi tersura, 
grita la manzana, 
provocadora como el primer día 
de aquellas primeros épocas;  
yo te seduciré como ninguna. 
Ven,  dicen sus labios 
como dos frutas jamás advertidas,  que 
no hay ninguna marea más fuerte, 
ni anclaje con cabestrante 
que no nos someta más a la humedad 
de su boca
y al hambre de sus besos. 




Nená de la Torriente