viernes, 8 de abril de 2016


Traviesa la distancia 
descubre los secretos 
que no quisiste contarme. 
Ladeo la cabeza y sonrío, 
finjo no saber y cuento esporas 
cuando me supones dormida 
sobre helechos húmedos, 
y espero pacientemente 
que tú me envíes margaritas. 
Siempre me gustaron las tapias 
y el frío de la piedra no me asusta, 
las oquedades han sido mi casa, 
y la lluvia 
el anhelo de este cuerpo 
hoy todavía hermoso. 

Sí, me atenaza la tristeza, 
a ratitos breves 
cada vez menos intensos 
y a veces circulo por el mundo 
como un céfiro incómodo, 
las menos de las veces 
porque casi todo el tiempo 
vivo aquí arriba en mi tejado 
ausente del peligro de vivir en remotos 
de otros, 
con la mirada tan en sus cosas. 

Me cuelgo en mi hopalanda 
los errores cometidos 
no vayan algún día a olvidárseme  
como olvido tantas cosas 
hoy perdidas sin baldón ni herida 
con savia de color alguno. 

Lo único que lamento cariño mío 
es que no te des cuenta 
de que este pulso cansino está timbrado 
y aunque en mí 
                                          te pertenece, 
es en tu latido, 
¡millones de millones de lunas! 
Y cada una de mis tejas 
te echa más de menos 
que tú a mí. 

Ojalá que me necesitaras tanto 
como yo te necesito. 



Nená  de la Torriente

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Háblame