miércoles, 17 de agosto de 2011


Quisiera regalarte mi sueño,
pero no puedo.
Lo dejé perdido en algún camino
o en el alfeizar de alguna ventana.



No recuerdo si fue en otoño
o en un invierno rabioso,
el viento empujó su empeño
a otro lugar más cálido.
Seguro que algo de verde tendría
respirando en la piedra
-ya sabes, la nostalgia del norte-,
y llevaría algún color adolescente.
Los sonidos estarían llenos
de solos de trompeta -eso seguro-
y del eterno sonido de las vías.
¿Sería la salvadora de los niños?
¿O la que le enseñaría al mundo
a no olvidarse de aquella edad?
No creo que fuese un sueño tan grande.
Pero me gustaría regalarte
mi sueño extraviado,
sabe Dios en qué lugar.

Nená

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