-El musgo, la teja y tú-
Consciente de esta liviandad,
de la callada manera
como se posa el musgo,
de cómo el gris deja de verse
bajo la teja,
no puedo decir que te quiero.
Si todo esto es una gota
dentro de otra gota
y yo el ojo extraño que lo mira,
tú eres la cercanía
más querida.
Pero como la teja,
eres el gris que no puedo ver,
lo que está demasiado cerca
y no se mira.
¿Cómo querer lo que no se mira?
Subo la escalera,
despacio, ajena a la tormenta,
a la teja, al musgo, a la gota,
a ti.
La tierra es tan excelsa
que olvido siempre mi parcial ceguera.
Nená
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