Rayaba
el suelo con una rama
con
la mirada perdida,
le
hubiera dado igual
que
volase un hada azul
o
cocease un unicornio albo.
Ella
ensimismada, ausente,
no
buscaba nada más lejos
de
aquellas líneas en la arena.
La
arena le devolvía la mirada
con
la misma ausencia sosegada.
‘No pasa nada.
Todo da lo mismo ahora.
Mañana mejor, mañana.
Dejadme tranquila
pero no me descuidéis.’
Nená de la Torriente