Te
cuento
que
escribo para los que no escriben,
para
los que pasaban por aquí,
como quien callejea.
Esos
que estaban cansados del trabajo
o
de no conseguir ninguno,
y
pensaron ‘voy a leer un rato’
tropezándose
conmigo.
Escribo
para acompañar ese tiempo
con
mi tiempo, para rozar sus manos,
para
guiñarles un ojo y tal vez
darles
un poco de algo
que
andaban buscando
-quizá
un bostezo, pero a mi lado-
Escribo, para borrar las marcas de la angustia,
para
imaginar que no hay fronteras,
para
poder crear castillos, y arañar el amor
como
algo posible.
Escribo
para acercarme a los que están solos
y
decirles que vengan, que podemos sindicarnos
anudándonos
de este modo.
Nená de la Torriente