viernes, 7 de diciembre de 2012




Cuando te has ido 
ya está. 
No hay epístola 
que alcance tus ojos, 
ni nada que haga 
que tus muñecas giren. 
Todo está bien,  silencioso, 
flemático y quieto, 
pero no necesariamente frío. 
Las cosas pasan, 
como los días se gastan, 
como la piel deja de ser flexible 
y el ojo pierde su luz, 
pero no necesariamente 
se deja de sonreír. 
Cuando te vas,  ya está, 
te fuiste 
y no hay lágrimas dando saltos 
por ninguna parte, 
ni escuchas tu nombre 
en labios de nadie. 
Te has ido 
y habrá otra ventana que se abra. 



Nená de la Torriente