De
nuevo el mar
anegándolo
todo.
Una
goma azul gigante
que
borra lo que escribe el lápiz.
No
va a ser siempre así,
o
tal vez sí con cada rincón
al
que vuelva,
porque
no es el lugar, es uno.
Me
fascinan los ojos,
los
ojos hablan más que las palabras,
te
cuentan historias sin darse cuenta
porque
no tienen puertas ni celosías;
pero
hay que leerlos despacio,
muy
despacio, si no te precipitas.
El
mar tiene ojos, miles de ojos
por
cada hora del día,
por
eso a veces lloro con ellos,
les
acompaño en su duelo.
Otras
veces río, que les veo pizpiretos,
como
enormes nenúfares de otras aguas.
‘Eso
es por toda la vida que hay en el océano’
me
dice mi compañera de asiento en el vuelo
mientras
me toma la mano.
Todavía
hay personas como yo
–pienso y
sonrío-
Me
siento menos sola.
Nená de la Torriente