Cuando
regresa el mar
arrastrando
la arena,
y
desandas lo que la marea
ha
mordido como suyo,
ves
en tus huella lo exiguo
de
los momentos, su eventualidad.
¡Póngame un rato de amor cada mañana
para llevarme rozagante,
y un instante de memoria para cada pausa!
Todo
acontece sin empujones,
ocurre
sin más, no puedes salir a retenerlo,
ni
puedes negarlo,
ni
sustituirlo,
ni
engañarlo.
No
puedes colocarte una margarita en el ojal
cuando
amas a las amapolas,
porque
terminarás llorando amapolas
en
lugar de lágrimas.
Nená de la Torriente