domingo, 16 de diciembre de 2012

-El Mu (n) do-



El mundo se cierra con una cremallera. 
Concluye cada vez que cerramos 
los ojos,  para derramarse nuevo 
cuando los abrimos al rato, 
mañana,  momento siguiente. 
No tengo miedo si me ponen un número, 
un día,  un mes,  una determinada 
alineación de estrellas, 
porque el mundo se acaba cada vez que cierro 
los ojos. 
Unos lo recuerdan vagamente entre sueños 
como una fantasía formalista, 
donde la imagen prima sobre el contenido. 
Otro no lo recuerdan,  sólo lo dormitan, 
y los más codiciosos,  nunca cierran los ojos 
para que no se acabe 
-hasta caer rendidos-
Puede que acabemos nosotros al cerrar los ojos
y seamos sombras 
dentro de este mundo, 
que imaginan sombras que siguen deambulando 
solas, 
o tal vez puede que todo esto sea sólo 
un momento imaginado e intenso, 
en cualquier caso,  tener miedo no tiene sentido. 



Nená de la Torriente