lunes, 17 de diciembre de 2012

-Hipo de un día cualquiera-



Todo puede llegar a ser molesto. Una risa, la naturalidad con que se vive una fiesta, la sabiduría con que se acoge una caricia sin hacer lecturas, esa ventana abierta que te da directamente en el cabello recién peinado. Tantas cosas pueden parecer y son inoportunas, que el mundo termina siendo el juego de ‘PESCA AL PATITO’, pero por supuesto los patitos somos los que estamos en la vida, tratando de no ser pescados por la caña del niño tonto, pero pertinaz como él solo, que una y otra vez trata de cogernos.

Cuando te das cuenta de que hay demasiadas cosas que te molestan, que estás airado por muchas pequeñeces, que a tus ojos ya son molinos, piensa un momento en ese pato amarillo, flotando en círculos.
Imagínate como un patito cada vez que pasas cerca del niño de la caña, visualiza su cara redonda, la lengua ladeada y constreñida fuera de la boca, por el esfuerzo superior a su habilidad de tratar de tener puntería: Introducir un garfio diminuto por tu diminuto gancho de plástico. Mírale a los ojos, casi a punto de la lágrima por la extenuación, la gota de sudor como el primer granizo roto, a punto de dar rienda suelta por el valle tortuoso de su rostro, y después… Tú desapareces. Recorres un trayecto largo de paz y murmullos, e incluso risas con otros patos como tú que se ríen de la suerte -el niño-, y de lo azarosa que es la vida.
Si no te olvidas de esa pesca- que suele ser infructuosa- aunque te alcanzase, se te olvidará vivir de veras.
Piensa en disfrutar,  no te pares  a pensar qué te molesta o qué te incomoda, sino qué te agrada o qué te ilusiona, porque estás perdiendo el tiempo.



Nená de la Torriente