¡Aire!
Dentro de un rato largo nos vamos.
¡No
hagas las maletas,
que
siempre me pesas condenado!
Cuando
te pones sentimental
me
vences, me destronas,
en
ese instante fugaz que me veo
reina, en un pasillo cualquiera
camino
hacia alguna parte.
Qué
importa que lugar,
si
siempre viaja la misma cadera
buscando
la misma soledad,
en
el ángulo de la misma pestaña,
esa
que nunca fue curva.
¡Aire!
No te acomodes tanto
que
vamos y venimos como
las
migratorias,
o
con la fuerza del instinto
que
dejó la impronta en algún par
de
letras,
letras
que formaron palabras
que
un día tal vez hablaron
de cosas serias.
Nená de la Torriente