Soy
ese moratón que quiso
convertirse
en culto hematoma.
Tomó
los libros
después
de golpearse
con
la pared, y decidió
atravesarla.
Se
equivocó.
En
tus ojos el vuelo de la díptera,
que
al cerrarlos
es
una cuerda de violín rota.
Espero, paciente espero
a
que llegue mi remplazo,
porque
esa mujer inteligente y delgada
con
quien hablo no me comprende,
ni
el muchacho alto,
ni
aquel otro que mira con cara de
palomo.
Las
personas son pequeños planetas
conviviendo
sin coexistir apenas.
Golpear
sus espacios a veces sirve
de
desconcierto y hacemos hueco.
Pero
las atmósferas son distintas,
nos
ahogamos, se ahogan,
porque
el oxígeno de cada uno
es
su entendimiento y dimensión.
Nená de la Torriente