esa
extraña fascinación
que
enamora al ojo.
La
inesperada visita.
Todo
lo que no supones
y
llama a tu puerta
con
sopapina de pellizcos,
gratos
uno a uno
estimulándote
a contemplar.
En
un lapso diminuto
eres
raptado,
sometido
por la belleza.
No
tienes nombre
ni
apellidos,
no
conoces la voz ni el verbo.
Eres
engullido
por
la memoria de algo
que
no eres tú y que desconoces,
estás
pero no estás,
y
en tu mente dibujas algo
parecido
a lo que miras.
Después
sonríes,
y
un segundo después
sigues
andando.
Nená de la Torriente