Cuando
quiero soñar
sólo
tengo que abrir los ojos
y
buscarte entre todos los hombres.
La
lluvia traza caminos inimaginables
pero
nadie los ve, no se fijan
debajo
de sus paraguas,
y
se pierden la magia del encuentro,
la
más sencilla de todas.
Nunca
me gustó la nieve
porque
los borra, los cubre despacio,
tapa
las sendas, todas las señales
y
ya no sabes volver,
y cómo encontrarte.
No
te muevas tanto amor,
yo
te sigo, y te busco
y
te indago siempre.
En
cada instante, poro, silueta,
pupila, grieta, sombra,
llaneza, equilibrio, locura o mueca,
y
me agotas.
Me
haces caminar demasiado
hasta
olvidar lo que implica tu nombre.
Nená de la Torriente