¿Qué
piensas?
Nada.
¿Qué
ha pasado?
Nada.
¿Por
qué lloras?
Por
nada.
Qué
será esa Nada
tan
muda y tan abrumadora
que
se escapa de todo verbo.
Que
no busca comunicarse,
pero
necesita compañía,
que
no se entiende, que se enfurece
como
la fruta se pudre por dentro.
Esa Nada poderosa, como explosivo
a
punto de ser detonado,
contenido
por los márgenes
de
unos labios tensos.
Ligero
terremoto
de
intensidad al ojo leve,
pero de volcánico desconcierto.
Nená de la Torriente