Cuando
aceptas que no van
a
entenderte, es mucho más fácil.
No
es porque seas especial ni
nada
de eso,
es
por cómo te expresas.
Cómo
bailas sobre el prado
inclinando
los pies,
cómo
te pones la chaqueta al revés
y
te ves hermosa y más abrigada,
o
por cómo detestas el cepillo
por
considerarlo un objeto de tortura
de
lo más sofisticado.
Cuando
aceptas que vas a tener que hacer
un
esfuerzo para entender a los demás,
es
mucho más fácil.
No
porque sean especiales ni
nada
de eso,
es
por cómo se expresan.
Cómo
bailan sobre el suelo escorado
sin
inclinar los pies, algunos,
cómo
se ponen la chaqueta con un enorme
pico
abierto dejando desprotegido el pecho,
y
se cepillan una y otra vez el pelo
con
cara de auténtico gozo.
Nená de la Torriente