Cuántos
se acuerdan de unos
o
de otros, que están aquí,
o
que se fueron.
Son
días de felicidad y de añoranza,
tonta
combinación para seres humanos
tontos, quizá un atractivo más,
nuestra
imperfección.
Pienso
si Regina estará sonriendo,
mi
bonita Regina, y todos los cariños
que
han pasado por mi vida o yo por la suya.
Si
Yeyó y Yeyá se encontraron,
si
Renée está feliz,
o
Coco ve crecer a sus hijos
grandes
y sanos.
Si
todos aquellos que quise les sirvieron
los
amores para medrar como yo lo hice,
y
no les dolieron las despedidas,
inevitables
despedidas que la vida compele.
Ojala, las edades condensaron magisterio,
no
disciplina, ni adocenamiento,
sino
un eterno retorno a la voz primera,
a
la necesidad del grito, de la cinta en blanco,
de
empezar cada día como la primera vez.
Nená de la Torriente