Amó
tanto
que
perdió el norte.
-Esto
me hace pensar-
Si
descartáramos norte como Norte,
desecharíamos
norte como rumbo.
Amó
tanto que perdió el norte,
que
perdió el sur,
que
perdió el este y el oeste.
Todo
tendría otro sentido
más
humano para mí,
porque, ¿tan importante es el rumbo?
Yo
no sé que rumbo llevo
y
no me preocupa,
como
tampoco creo en el destino
ni
en la zanahoria al final de la carrera.
Amó
tanto que perdió el norte,
supongamos
que es el juicio,
-es
lo que está más arriba, la cabeza-.
Amó
tanto que perdió el sur,
¿el
culo?
Quizá
hizo el ridículo, perdió la dignidad
-aunque
no creo que tenga residencia fija
en
las partes más mullidas-
Amó
tanto que perdió el este, supongamos
que
el hígado,
luego
el amor le proporcionó una cirrosis galopante.
Amó
tanto que perdió el oeste
¿el
corazón?
Eso
tendría sentido.
-Estas
cosas me hacen pensar-
Nená de la Torriente