en
lo bueno,
en
lo malo,
en
la arrogancia ridícula
de
esas ocasiones
donde
habría que permanecer discreto.
Sirve
verse
en
cada amor,
en
la forma de retorcer
los
pulgares,
en
el odio progresivo
que
renuncia a ti
por
un cantal de margaritas.
Sirve
verse en los demás,
en
el cariño que depositan
sin
darse cuenta,
en
el que no depositan y debieron,
y
hasta en lo mal que construyen
las
respuestas
para
ser queridos sin querer.
Sirve
verse en los demás
como
puntos de luz en la niebla,
para
saber dónde estás
y
desde dónde has llegado.
Hacia
qué lado de la cuneta
el
bordillo es más prominente,
qué
cosa estás construyendo, y
si
vas echando un pulso
al recorrido,
o vas a paso tardo y timorato.
Nená de la Torriente