Ven a llevarme al paraíso.
Somos una carta cerrada
sin destino,
dejemos que él nos busque
si es que existe,
pero entre tanto tú ven
y llévame al paraíso.
despacio, rozándose, mordiéndose,
visitando el beso que nacerá del
músculo como un estallido.
Al
empíreo de tus brazos
amarrados
a mi cintura,
a
tus manos regalándose
a
las mías,
trenzándose en mi espalda
oliéndonos el cuello
como
animales que se buscan.
Guíame
al paraíso
pero
cierra las troneras y los portones
para
que no volvamos a salir.
Nená de la Torriente