tomaríamos
helado en los parques.
Si
no fueras de cartón como las tapas
de
los libros podríamos reírnos
como
dos amigos sin miedo al fatídico
beso.
Si
no fueras como un tubo de ensayo,
como
aquel profeta que conocí
-tal
día hizo, varios/muchos años-
la
vida te parecería una peonza como a mí
y tendrías la fuerza del sauce siempre tumbando
sus
hojas quietas.
Pero
hay tanta distancia entre tú y yo
como
entre la llama y la tormenta.
Nuestras
cóleras son de temperaturas distintas
y nunca podrán convertirse en auténticas compañeras.
Nená de la Torriente