Se
ha perdido ese camino 
de
puerta a puerta, 
ese
lazo invisible que pisaba la hierba. 
Yo
no sé dónde ha ido,
o porqué ha querido marcharse, 
pero
ahora todo es distinto 
como
una primavera nueva 
sentada  en el regazo de un tres de enero. 
Siempre
creo que puedo decir la verdad 
y
es una estúpida consecuencia 
del
juego de las palabras. 
Porque
 ¿qué es la verdad, dime? 
¿Hasta
dónde alcanza? 
¿Yo
qué razones tengo para abrazarla? 
Me
gusta el frío en la cara, 
y
el sol arremolinándome el pelo.  
Soy
el ser más simple sobre la tierra, 
más
simple, 
más
simple. 
Nená de la Torriente
