Cuando
dejas de creer
todo
gira,
el
cuerpo se rompe como el vidrio
en
pedazos desiguales
con
ángulos imposibles.
No
hay pegamento, y el sólo intento
de
la búsqueda de unos dedos
fracasa
en sangre.
La
palabra dicha que ayer era tu credo
ahora sólo son sílabas,
puedes cambiarla y alternarla por otra,
o cuestionarlas todas
y
tu pequeña iglesia de amor
desaparece.
Cuando
dejas de creer
nadie
viene a rescatarte,
ni
el príncipe, ni el villano, y
venderías
tu memoria por un plato
de
alubias pintas,
porque
mirar hacia delante te da vértigo
y
si miras hacia atrás sientes nauseas
por
haber sido tan idiota.
Nená de la Torriente