sábado, 25 de enero de 2014

Es limadura e impaciencia 
y una segunda voz 
de la misma garganta 
balbuceada, 
‘quieta no tengas prisa,
lo que ves no es una puerta,
deja de pensar en ti’.
Yo deseaba un ‘en ti creo’.
Él esperaba un ‘dame tu hombro’.
Aquella, ‘un abrazo, por favor, sólo eso’.
Somos tan mezquinos
que no miramos más allá de nuestro dedo
anula-dor,
y así vamos creando sombras de seres vivos
inteligentes,
mucho más que nosotros mismos,
bellos,
mucho más que nosotros mismos,
increíbles,
mucho más que la vía láctea en su despertar
divino,
y amorosos,
mucho más que cien campamentos saharauis.






Nená de la Torriente