¿Qué
de este espacio en oxígeno?
Tanto, que nadie adivina en el silbido
de
la mañana una herida,
y
así voy bailándolas, como las nubes
andan
escondiéndose unas con otras
en
una danza armoniosa.
Pero
llega la tea, roja,
disipando
el vapor de agua
y
me encuentran desnuda
en
una esquina con la cara cubierta
entre cabellos;
Y
rezo al único Dios que existe
para
que no me pregunten nada,
que
todo lo que he querido contar
ya
lo he dicho.
¡Qué estoy en el sin oxígeno!
¡Qué
quiero volver a mis versos!,
y
que, por favor
cierren la puerta al salir
cuando
haya regresado la lluvia.
Nená de la Torriente