todas
las luces
se
encenderán para ella
y
el mundo como una enorme fruta
se
partirá en dos gajos.
Comprenderá
entonces, por qué
su
padre le decía que No,
quién
la quería bien y
quién
nunca la apreció como debía.
Algún
día
tendrá
la sabiduría
de
tanta torpeza,
de
los incesantes golpes
contra
la pared
que
ella misma se infringía.
Se
verá como un cisne sobre
el
barro y tendrá que buscar
su
lugar,
otear
el agua y llegar hasta allí.
Pero
ese día,
estaremos
todos esperándola.
Nená de la Torriente