viernes, 3 de enero de 2014



Discúlpame,  a veces no sé dónde pulso el dedo 
por miedo a ser descubierta 
en mi cueva de abedules. 
Es la torpeza de las hortensias que quieren 
ser amapolas entre los prados del norte, 
las que saben viajar como golondrinas 
aun soltando tierra de sus raíces 
y no les duele. 
Soy un extraño animal, 
más invertebrado e irracional que tú.
No me acojo a una romana para pesar 
diferencias, 
porque la pesa se deslizaría por el astil hasta salirse. 
Esto es un mano a mano de desatinos 
que no calculo,  y 
me recojo como un escarabajo bola 
para que no me hagan daño. 
Luego me precipito en líneas y de ahí 
a paralelepípedos, 
y sueño con alcanzar 
acantilados que atraviesen los pulgares del sol. 





Nená de la Torriente