martes, 2 de junio de 2015


Y en ese tacto diminuto 
y en ese breve cerrar de ojos 
estaba la vida, 
la opulencia de tomarlo todo 
desde lo más insignificante. 
Ya no éramos dos 
a contar estremecimientos, 
ni tres para abordar un conflicto, 
ni un centenar a congregar 
en una sentada. 
Vivir así nos respondía 
con menor impaciencia 
si nuestra urgencia se cubría de vértigo, 
y sediciosa 
si se nos arrimaba el deseo inconsciente 
por el orden. 
La vida, 
con su juego apasionado y loco, 
la vida, 
con la gravedad 
de su permanente migración. 

Y quererse tanto… 



Nená de la Torriente

2 comentarios:

  1. Atendiendo a lo último que has escrito, yo diría, la vida y su permanente migración. Creo que acusamos mucho a la vida de gravedades y vítores. Y la vida es, en todo, neutra, reacciona y es porque sí, sin obligaciones. La vida no nos acabará jodiendo, Nená, nosotros mismos nos acabaremos jodiendo, como especie y como individualidades, y sin gravedad.
    Un beso. Y que sepas que tu nueva orientación fotográfica me seduce más que tus dibujos.
    Sabes que hay pendiente, al menos, un café.

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  2. Jolín qué les pasa a mis estupendisisisisimos dibujitos?

    Muchos muas siempre, Manu.

    Není

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