ACABÓ
Así se lidia con el calor
-me dijiste-
Yo sólo pretendía ocultar
el sonido de las chicharras
con la música del arroyo,
mirarme en el reflejo del agua,
ser ingravidez y lejanía.
Tú querías que te navegara,
que hundiera mi cuerpo en el tuyo
hasta llenarte de peces.
Yo,
el suspiro de un beso
cabalgando sobre otro
en una mañana dormida.
Pero enojado cruzaste los brazos,
la mañana se convirtió en la noche
y todo dejó de oler como antes.
Un perro ladraba sin pulmones
al otro lado de la calle,
y tú te alejaste de mi lecho
en el vientre frío de una sirena.
Nená de la Torriente
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