miércoles, 22 de febrero de 2017


No cabe redención en el reposo, 
todo es umbría 
encima de esta cencellada; 
hasta el olor a frío nos aborda 
dulcemente frágil. 
Deja que te escoja, 
por una vez alza la mano 
y mírame, 
que el sabor a tierra se oculta 
en la memoria del último brote, 
y hasta el mar se aleja de sus botes  
en retroceso homicida. 
La eternidad existe ahora, 
en este grano de tiempo perdido 
donde el musgo no nos camina, 
aquí, en esta extraña presencia 
de lo desierto,  
que conspira 
para albergarnos libres. 



Nená de la Torriente

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