Espera,
llegaré despacio.
Soy el ratón libertado
dormido en el trébol verde,
abandonado en el desmayo
de su incomprensible gozo.
La niña que de tanto saltar
piensa que andar es lo mismo,
el perro que sólo anhela
¡tarta de albaricoque!
Soy la noche
que exuda linfa
de un océano que no existe, y
el papel que no se quiere
arrugando sus cuatro vértices.
Espera,
aún no he pronunciado mi nombre,
aún no sé si viviré mañana
en lo alto de una acacia,
¡graciosamente ensartada
entre sus muchos pinchos!
O tal vez vuele como un pez,
de cabeza chata y
escama al aire,
amante de lo elevado
y sus culminados zarcos.
Nená de la Torriente
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