Ya no existe el miedo
pequeño histrión del cosmos.
No seas tan indulgente,
tan mártir, tan villano-malviento
o tan prócer que adormezcas
en cualquier letrina de filólocos.
La letra no enamora tanto
como una sombra bien asistida
o como una silla mecida
en un solado amable.
No hay nada más, nada.
Se acabaron las excusas,
el puño alzado y la cultura
del cuadrúmano torpe
lejos de su cueva.
Despatríate del ejido
y de los comunes,
de los que lamen la punta
del lapicero,
y de los Enormes con su miedo
a ser destronados.
Apártate de la locura como coz,
de su condonada garganta clueca,
de la opinión de éste o aquel sin apellido
de la opinión de éste o aquel sin apellido
y
vuelve
(por favor vuelve)
Nená de la Torriente
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