miércoles, 3 de octubre de 2012


Me siento en paz conmigo. 
He crecido deprisa, atenta 
a cosas que pasaban al disloque, 
no he sabido qué era importante 
por el artículo 33,  quizá por el 3, 0, 3. 
La magia me inventó una tarde 
de junio  ¿o fue en mayo? 
con unos zapatitos de charol negro 
que me compró mi madre. 
He querido hasta la locura y he 
sabido cómo dejarme querer. 
Me he plantado y no acepto ningún 
roce hiriente,  desplante,  ni palabra
con filo. 
No soy mejor que nadie, 
ni estupenda, 
ni muy bonita, 
ni muy lista, 
pero estoy aprendiendo a quererme 
como soy capaz de querer a los otros. 
Ahora voy despacio,  muy despacio, 
porque en el fondo sé 
que lo mejor de mí 
está por llegar llegando 
a estas manos aún frías. 



Nená de la Torriente