-Al amigo de verdad-
El
que no huye,
el
que permanece en la llama y en la tormenta,
ese, ese es el amigo.
A
ese le sobra corazón y le sobra cordura
para
levantar ciudades y
dar
sobrados cimientos de amor
que
sobrevivan,
a
estas cosas efímeras,
a
estas cosas de nada
que
todos andan buscando
con desvarío,
como
pepitas de oro
entre
pepitas de girasol y de calabaza.
Yo
abrazo a ese amigo
entre
todos los brazos de este mundo,
y
me pego a su espalda para siempre
hasta
que se tabiquen los días y todas sus noches,
porque llegue la hora de apagar la luz.
Nená de la
Torriente