Dibújame
una aldea
no
muy lejos de un regato,
con
buena tierra de siembra
y
pasto para ganado.
Dibújame
unas montañas
y
al otro lado un lago
con
peces de colores
y feas ranas
y sapos.
Dibújame
un bosque frondoso
bajo
un proceloso cielo,
y
léeme una historia de un niño
que subía a los manzanos.
Construye
cuatro paredes, sólo cuatro
y
un tejado,
y
tendremos una cueva,
un lugar donde vivir.
Yo pondré las horas de siembra,
el
trabajo de mis manos,
la
ilusión en las tormentas,
mis pies fríos en tu cama
y
las risas a todas horas
para
matar a la nostalgia.
Nená de la
Torriente