Tengo
palabras escritas en pañuelos,
dobladas
en bastillas, en bolsillos
de vaqueros, en el interior de los forros
de
los abrigos, en la piel.
La
palabra se escribe cuando duermo,
la
pregunto ¿fui yo?
No
me contesta.
Va
cargada de balas de respuestas,
incongruentes
a veces,
diáfanas
otras, que ni tengo que esforzarme
por
imaginar las preguntas.
Nunca
hablo el verso y le pregunto
¿por
qué?
No
me contesta.
Como
si mi voz hiciese personal lo que
escribo.
Pienso
que es absurdo, pero no le discuto.
Sé
porqué la letra enamora,
sé
porqué la letra distancia,
sé
porqué el verso contagia,
sé
porqué despierta nostalgias
y
es porque todos pertenecemos a la
misma
tierra,
habitamos
el mismo cielo,
por
eso te digo no tengas miedo
porque
son las palabras, sólo ellas,
las
que baten la sangre,
las
que estiran y encogen
nuestro pobre corazón.
Nená de la
Torriente