
Detrás
de la cortina se dibuja tu cuerpo,
y
aquí afuera hace frío
y
me arden las manos del dolor de tenerlas
muertas.
Cuando
me abres la puerta,
apenas
sí sé qué decirte y tu pecho cálido
dibuja
un abrigo sin costuras
que
cubre entero mi glacial
y
atrapa mis manos ateridas.
Me
dices ‘bonita, bonita Nená,
y
me suena a la canción de cuna más bella
que
existe.
El
todo, entero, desaparece,
y
la luz de tus ojos sobre los míos
es
mi único cubil.
Bésame, no tardes tanto.
Nená de la
Torriente