No
estés tan derrotado,
tan
desierto de ti, tan terracota.
No
vas a conciliar los dolores del mundo,
sumarás
el tuyo
a
esa maleta gigante.
Busca
dentro de ti
esa
urgencia insolente
que
da vuelta a todas las cosas,
que
tira de lo que está dentro y lo confiesa,
como
un niño muestra sus rodillas sangrando.
Regálanos
ese hechizo
que
inventa el color que no existe, o
que
existiendo NADIE había visto.
Devuélvenos
a tu mundo,
a
ese navío que siempre está partiendo,
que
sabe invertir el casco
y
aún con los tres palos hundidos,
Mayor, mesana y trinquete,
no
nos ahogas,
nos
colmas siempre de riquezas.
Nená de la
Torriente