Cuando
te besa el sol y el mar
a
las tres de la tarde, un octubre
cualquiera, tú eres su depositaria mágica
sobre
una mágica arena,
en
un instante mágico.
Cuando
cruzas un paso de cebra
en
una calle cualquiera, a las tres de la tarde,
un
octubre, no importa qué octubre,
tú
eres su depositario, transeúnte anónimo
que
llegarás al otro lado donde te esperará
la
otra acera.
Yo
te convoco, que ese beso dado
en
una playa cualquiera, sea recibido
por
aquel andante que cruza el paso de cebra
a
las tres de la tarde un octubre cualquiera,
al
llegar al final de su paso y pisar el principio
de
la acera, y se sienta pleno depositario
de
todo el sol y el mar y toda su arena.
Nená de la Torriente